La importancia de hacer ejercicio para un opositor: Israel González, entrenador personal de la Fundación Pablo VI nos cuenta porqué
Son las seis de la mañana y ya se ve luz en algunas de las ventanas de las residencias Pío XI, León XIII y San Alberto Magno de la Fundación Pablo VI. Los opositores saben bien que la preparación de los exámenes es una prueba dura y de largo recorrido. Pasan horas y horas sentados ante temarios interminables para aprender y memorizar las materias que los llevarán a ser futuros altos funcionarios. Pero las largas horas de estudio pueden pasar factura al cuerpo. Los estudiantes adoptan malas posturas, desarrollan tensión, nervios y ansiedad que pueden convertirse en dolor de espalda, de cuello, en migrañas y otras afecciones musculares. Para evitar estas molestias, es importante realizar ejercicio.
Israel Gonzalez es el entrenador de la Fundación Pablo VI. De lunes a viernes, a partir de las 18.00 horas, está en el gimnasio de la institución atendiendo a los opositores de las tres residencias y a los colegiales del colegio mayor con los que cuenta la Fundación Pablo VI. “Hacer ejercicio les sirve para recargar pilas. Es una forma de desconexión y de evasión de problemas”, explica para subrayar la importancia del deporte en los estudiantes. “Mi objetivo con los opositores es que su cuerpo olvide que vive en una realidad sedentaria”.
Israel les ayuda a realizar su entrenamiento. Les sugiere ejercicios, les corrige posturas cuando no acaban de coger el truco a una máquina o vigila que se ejerciten con el peso adecuado a su físico. “Los beneficios de hacer deporte se notan desde el minuto uno”, asegura.
Los residentes coinciden en la ventaja de tener un gimnasio bajando las escaleras. “No te da pereza, en 5 minutos estás abajo”, asegura Diego Pérez, de la Residencia Pío XI.
Más allá de estar atento al entrenamiento, Israel nos cuenta que intenta crear un ambiente amistoso y familiar para que los residentes se sientan como en casa y vean el gimnasio como otro de las estancias comunes donde poder hacer piña con sus compañeros, evitar el aislamiento que muchas veces tienta al opositor y crear un hábito que beneficiará a su objetivo final, aprobar las oposiciones.